La Gaceta de la Gestalt On-Line

Artículo mensual

 

Destrabando el nudo de la opresión --------- Philip Lichtenberg

Traducción del inglés por Cristina Furlani, de parte de un capitulo del libro "Community and Confluence, undoing the clinch of oppression" , Gestalt Institute of Cleveland Press

Capítulo 2

Identificación con el Agresor: una Formulación Clínica

El concepto psicoanalítico de identificación con el agresor describe una respuesta predecible a una tensión extrema en las relaciones interpersonales, una respuesta bien conocida por los clínicos y bastante conocida por intelectuales legos, pero extraña y sorprendente para la mayoría de los ciudadanos y activistas sociales. La idea, como se la presenta más abajo, fue formulada por Sandor Ferenczi, una figura importante en los primeros años del psicoanálisis, por cierto uno de los primeros y más cercanos colaboradores de Freud. Su concepción se editó a principios de la década de 1930, el mismo período que vio el surgimiento de Hitler y el nazismo. Mientras que Ferenczi desarrolló el concepto con relación a niños abusados sexualmente por adultos, observadores posteriores, teniendo a su disposición las experiencias de los campos de concentración y sabiendo cuán común podía ser en el mundo en general la identificación con el agresor, han aplicado el concepto bastante ampliamente y lo han enlazado a la descripción de varios pueblos oprimidos y sojuzgados. (e.g. Buss Fanon, Lasswell y Memmi). Ahora es un concepto básico en el léxico psicoterapéutico.

Dado que nada puede suministrar un mejor acercamiento inicial al concepto de identificación con el agresor que la exposición original de Ferenczi, quiero reproducir aquí una versión resumida de la misma. Se refiere al abuso sexual de niños:

  • "Obtuve por sobre todo nueva evidencia confirmatoria de mi suposición que el trauma, especialmente el trauma sexual, como factor patógeno no puede valorarse debidamente. Aún niños de familias muy respetables, sinceramente puritanas, son víctimas de violencia real o violación con mucha mayor frecuencia de lo que uno ha osado suponer. O son sus padres los que tratan de encontrar una gratificación sustituta para su frustración de esta forma patológica, o es gente considerada confiable tales como parientes (tíos, tías, abuelos), institutrices o sirvientes, los que abusan de la ignorancia e inocencia del niño. La explicación inmediata - de que son fantasías sexuales del niño, una especie de mentira histérica - desafortunadamente queda invalidada por el número de tales confesiones, e.g., de ataques sexuales a niños, perpetrados por pacientes actualmente en análisis ...

    "Una forma típica en que pueden ocurrir las seducciones incestuosas es esta: un adulto y una niña se aman mutuamente, la niña actúa la juguetona fantasía de tomar el rol de madre para con el adulto. Este juego puede asumir formas eróticas pero no obstante permanece en el nivel de la ternura. No es así, sin embargo, con los adultos patológicos ... Confunden el juego de los niños con los deseos de una persona sexualmente madura o aún se permiten - sin tener en cuenta las consecuencias - entusiasmarse demasiado y no estar concientes de la situación real. La violación real de niñas que apenas están saliendo de la infancia, actos sexuales similares de mujeres maduras con niños, y también actos homosexuales forzados, son sucesos más frecuentes de lo que se ha supuesto hasta ahora.

    "Es difícil imaginar el comportamiento y las emociones de los niños luego de tal violencia. Uno esperaría que el primer impulso fuera de reacción, odio, disgusto, rechazo enérgico, ‘No, no lo quiero, es muy violento para mí, duele, déjame en paz’. Esto o algo similar sería la reacción inmediata si [el niño] no quedase paralizado por una enorme ansiedad. Estos niños se sienten física y moralmente impotentes ... pues la mayor fuerza y autoridad del adulto los deja mudos y puede robarles los sentidos. La misma ansiedad, sin embargo, si alcanza un cierto máximo, los fuerza a subordinarse como autómatas a la voluntad del agresor, a adivinar cada uno de sus deseos y gratificarlos; completamente inconcientes de sí mismos, se identifican con el agresor. A través de la identificación, o digamos, de la introyección del agresor, éste desaparece como parte de la realidad externa y se transforma en intra - en lugar de extra- psíquico ...

    "El cambio más importante, producido en la mente del niño por la identificación con el adulto y motivada por el miedo a la ansiedad, es la introyección de los sentimientos de culpa del adulto que hace que el juego hasta ahora inocente aparezca como una ofensa castigable.

    "Cuando el niño se recupera de un ataque así, se siente enormemente confundido, en realidad, partido, - inocente y culpable al mismo tiempo - y rota la confianza en el testimonio de su propio sentido. Más aún, el comportamiento nada amistoso del adulto atormentado y enojado por el remordimiento dejan al niño aún más avergonzado ...

    "El niño abusado se transforma en un autómata mecánico y obediente o se vuelve desafiante, pero incapaz de explicar las razones de tal actitud ..Sólo con la ayuda de esta hipótesis [identificación con el agresor] puedo entender por qué mis pacientes se negaron de manera tan obstinada a seguir mi consejo de que reaccionaran a un tratamiento injusto o cruel con dolor o con odio y defensa".

  • De la descripción de Ferenczi de la identificación con el agresor como respuesta a una demanda excesiva por parte de la autoridad de confianza pueden tomarse o inferirse varias ideas destacadas aplicables a contextos más amplios que los abordados por Ferenczi:

  • 1. El niño, o subordinado, o persona más débil, experimenta una enorme ansiedad. La identificación con el agresor es una respuesta cuyo propósito es liberarse de la ansiedad.

    2. La persona abusada se subordina activamente - pone los deseos de la persona más fuerte en primer lugar y se torna inconciente de sí mismo.

    3. La persona abusada, a través de la introyección, siente los sentimientos de culpa de la persona más fuerte, y más allá de esto se siente avergonzada en presencia del comportamiento nada amistoso de la persona más fuerte.

    4. El individuo débil se siente confundido, inocente y culpable al mismo tiempo.

    5. El individuo abusado se convierte en un autómata obediente o desafiante, en ambos casos ligado a la autoridad por el proceso de identificación.

    6. La persona débil y abusada se niega activamente a odiar al individuo dominante y explotador.

  • De esta descripción de identificación con el agresor, he formado dos esquemas. Uno deriva directamente del razonamiento de Ferenczi; el otro es una elaboración basada en la interpretación de su valoración. Cada esquema describe una sucesión de fases. Son aplicables no sólo a adultos fuertes versus niños débiles, sino también a adultos fuertes versus adultos más débiles y situaciones donde la actividad sexual no es el sujeto central, porque la dominación y la respuesta de identificación con el agresor puede suceder en cualquier parte.

    Al inicio, la fase saludable del primer esquema, la persona más débil actúa espontánea y naturalmente, acercándose a la persona más fuerte con expectativas de intercambios felices y de mutuo beneficio. Esta es la fase de espontaneidad natural, vista por Ferenczi en el contexto adulto-niño como el momento cuando

  • "un adulto y una niña se aman mutuamente; la niña actúa la juguetona fantasía de tomar el rol de madre para con el adulto."
  • Se supone que la relación es segura, y la persona más débil se encuentra psicológicamente abierta y desprevenida, preparada solamente para hallar satisfacción en un espacio mutuamente soportativo con un otro más poderoso en quien confía. Los chicos normalmente están preprogramados para ser de esta manera desde que nacen en adelante - amigables, con disposición positiva hacia los demás, confiados y espontáneos. (Como he sugerido, los chicos son retitados tempranamente de esta orientación).

    En la segunda fase, la persona más fuerte le ha presentado a la más débil exigencias y acciones que discrepan con lo que se esperaba. La persona poderosa quiere de la relación más de lo que la débil puede manejar con éxito. En el caso de abuso sexual como lo expone Ferenczi, el juego de la niña "puede asumir formas eróticas pero no obstante permanece en el nivel de la ternura", mientras que las acciones del adulto son lujuriosas y sobrepasan sexualmente las capacidades naturales de la niña de sostener la excitación. La consecuencia de la disparidad de necesidad y demanda entre el más débil y el más fuerte, en éste y otras clases de apareamientos, es la experiencia de ansiedad masiva por parte de la persona más débil, y esta puede llamarse con propiedad la fase de profunda ansiedad vivenciada. La persona más débil se siente incapaz de dominar la situación e impotente en una circunstancia insegura. En el fondo la persona más débil teme que será destruída, vencida por la estimulación y excitación masivas que siente. Cuando a un operario en una línea de montaje que ha logrado felizmente un precario equilibrio entre velocidad y precisión, por ejemplo, se le pide que ahora acelere la producción o se encontrará ante la amenaza de relevo, es probable que dicho operario experimente tal ansiedad. De manera similar, cuando una fábrica o almacén pasa a manos de una gran corporación y se cierne la posibilidad de cierre salvo que se aumenten las ganancias, la situación es suficientemente insegura como para producir gran agitación entre los empleados, especialmente entre los más viejos que han sido leales a la compañía por largo tiempo y han construído sus vidas alrededor de sus trabajos.

    La ansiedad en esta fase podría llamarse ansiedad traumática porque la cantidad que se siente alcanza el límite más alto que la persona que lo experimenta pueda sostener y manejar en forma conciente. La ansiedad representa un mensaje emocional al individuo que la experimenta de que existe peligro para su integridad y existencia. Algo de ansiedad - la variante saludable, que describiré más adelante en este ensayo - es vital para el funcionamiento productivo, pero la ansiedad que estamos viendo en esta segunda fase del proceso de identificación con el agresor es destructora del funcionamiento saludable.

    La tercera fase en este esquema basado en la exposición de Ferenczi es el cambio de la ansiedad por el síntoma de identificación con el agresor. Como él explica:

  • "La misma ansiedad, sin embargo, si alcanza un cierto máximo, los fuerza a subordinarse como autómatas a la voluntad del agresor, a adivinar cada uno de sus deseos y gratificarlos; completamente inconcientes de sí mismos se identifican con el agresor."
  • Varios componentes de la identificación con el agresor - auto-subordinación, introyección de la culpa, confusión y comportamiento de autómata o desafío, rechazo a odiar al agresor - existen en la fase final como lo describe Ferenczi.

    Esta es la reseña del primer esquema:

    Esquema 1

    Espontaneidad natural --> Profunda ansiedad vivenciada --> Identificación con el agresor

    Este esquema fue el que más usaron los clínicos y teóricos sociales en los primeros años de referencia al concepto de identificación con el agresor, y no desapruebo su corrección esencial. Sin embargo no aprehende muchos de los temas complejos que surgen de la exposición de Ferenczi; y pensadores más recientes han intentado articular más el proceso que se desarrolla. Dos agregados al Esquema 1 parecen especialmente productivos al organizar los distintos elementos que componen la identificación con el agresor: 1) la interpolación de una fase de sentimientos de ira hacia el abusador entre la experiencia de ansiedad y la aparición de la identificación; y 2) la fusión de los propios deseos de la persona abusada con los del abusador.

    A Ferenczi, al igual que a los que trabajamos con víctimas de abuso sexual después de él, lo confundía que sus pacientes abusados no experimentaran ni compartieran con él enojo y repugnancia dirigidos contra sus abusadores:

  • "Uno esperaría que el primer impulso fuera de reacción, odio, disgusto, rechazo enérgico ... Esto o algo similar sería la reacción inmediata si [el niño] no quedase paralizado por una enorme ansiedad. Estos niños se sienten física y moralmente impotentes ..."
  • Aquí Ferenczi pareció aproximarse a creer que la identificación con el agresor no es simplemente una transformación de ansiedad, no simplemente un sustituto de un síntoma por sentimientos insoportables de tensión y duda suscitados por el trauma, sino también una redirección de la ira, una vuelta atrás hacia sí mismo de la rabia que habría sido naturalmente suscitada por el abusador y dirigida originariamente a éste. He llegado a creer que la persona abusada siente la ira, aunque fugazmente. Aquí no fue abiertamente expresado porque el niño se sentía impotente y también enojado; Ferenczi no observó la ira porque ya se había vuelto hacia sí cuando trató a niños que se habían identificado con sus agresores. Estoy sugiriendo, en otras palabras, que la ira vivenciada sigue a la ansiedad y precede a la identificación con el agresor.

    Rieker y Carmen parecen tender un puente sobre la postura de Ferenczi y la mía. Primero, ellos hacen la observación de que la ira es una respuesta central al abuso; segundo, sostienen que las víctimas generalmente no experimentan la ira de manera directa, sino que la reprimen:

  • "...es importante reconocer el lugar central de la ira como respuesta al abuso. Contrastando con los sentimientos que se suscitan en otros que oyen acerca del abuso, las víctimas generalmente no experimentan su ira en forma directa; ya que es visto como potencialmente peligroso e incontrolable, se reprime. Como resultado, las víctimas quedan desconectadas de su enojo e impulsos agresivos; cuando estos sentimientos estallan en otros contextos, a menudo se los percibe como irracionales e inexplicables."
  • La ira generada por la situación atemorizante, cuando se vuelve contra el self, es sentida como culpa. Recuerdo un sugestivo insight de Freud en El Yo y el Ello:

  • "Es notable que cuanto más refrena un hombre sus tendencias agresivas hacia otros, más tiránico, o sea agresivo, se transforma en su ideal del yo ... Es como un desplazamiento, un volverse contra el self."
  • Y en El Malestar en la Cultura expuso:

  • "... el super-yo se apodera de cada porción de la agresión a cuya satisfacción el sujeto renuncia y aumenta la agresividad de éste (contra el yo)."
  • La culpa que siente la persona abusada es una mezcla. Seguramente gran parte de ella proviene de la retención y la redirección hacia el interior de la ira sentida hacia la autoridad deshonesta; otra parte proviene, como Ferenczi observó para la situación de abuso de un niño, de la culpa registrada por el abusador afligido y con remordimiento que la persona abusada ha introyectado. La culpa puede ser intensa o simplemente un sentirse mal con uno mismo. En cualquier caso, la persona abusada no está conciente de la ira anterior o de la introyección de la culpa, por lo tanto se siente confundida acerca del motivo de sentirse así. Habrá una menor tendencia a sentirse confundido cuando los deseos activados en el abusado por el hecho no sean del todo cómodos - como, por ejemplo, con los deseos agresivos o sexuales que alguien haya criticado previamente, dándole a la persona abusada una sensación relativamente fundada de no ser enteramente inocente en el asunto.

    Existe, entonces, una confusión fundamental de sentimientos de culpa dentro de la persona abusada. Y con esta mezcla que la confunde - en el super-yo, el reino de la conciencia, del auto-control por medio de juicios morales y severidad - se lleva a cabo una fusión del abusado con el abusador, y comienza la identificación con el agresor. Esta fase que le sigue a la ira la llamo culpa que confunde y odio a sí mismo.

    Más allá de la fusión de sí mismo con el otro en el super-yo , existe una fase más de identificación con el agresor. No sólo las fuerzas internas de auto-control, auto-enjuiciamiento y auto-castigo del abusado están reforzadas por un otro dominante por medio de demandas y otras presiones , también los mismísimos deseos del individuo abusado se hallan afectados en sus intento de dominar la tensión extrema.. Ferenczi hablaba de niños que se subordinan como autómatas a la voluntad de los adultos, adivinando sus deseos y complaciéndolos sin pensar en absoluto en sí mismos. Pero nadie puede dejar de pensar por completo en sí mismo en lo que concierne a los deseos. A lo sumo uno puede actuar como si los deseos de otro fueran los propios y permitirse experimentar sólo aquellos deseos propios que cumplen las demandas de un otro, desechando cualquier expresión original, auto-realizadora en haras de aplacar a ese otro dominante. Esto se realiza en la fase final de identificación con el agresor que subsiguen a la culpa y al odio a sí mismo, una fase que llamo fusión de los deseos propios con los del agresor.

    Las dos partes de la identificación con el agresor que he aislado - la culpa que confunde y el odio a sí mismo, y la fusión de los deseos propios con los del agresor - representan en realidad dos grados de fusión de sí con el otro. En primer lugar, la persona toma las demandas y otras presiones provenientes del agresor, las interioriza, y las mezcla junto a sus propias actividades autoreguladoras de manera que el auto-control que se ejerce es ambiguo en cuanto a sus orígenes y también , a si se encuentra al servicio de sí mismo o del otro. En segundo lugar, no solamente se altera el auto-enjuiciamiento, sino que los mismos deseos que se están regulando y organizando se hacen ambiguos en cuanto a si son propios de la persona o son los deseos del agresor. Finalmente se completa esta identificación insalubre cuando la persona más débil pone en práctica los deseos proyectados (inaceptables) del agresor, se convierte solamente en una herramienta en manos del agresor, sin volición ni elección. En la exposición de Hellmuth Kaiser de lo que él llama el modo sumiso existe

  • "obediencia sin decisión de obedecer .... La relación plasmada entre dos personas es tal que el estado de separación del individuo se encuentra disminuído. Aunque en otros aspectos pueda considerárseles como dos personas, solamente tienen un poder de decisión. O, en otras palabras, uno de ellos aparece sólo como una extensión u órgano del otro."
  • Un signo importante de la fusión de la víctima con el abusador es la intensa lealtad que muestra la víctima. Cynthia Solin lo ilustra en su exposición sobre el "desplazamiento del afecto en familias luego de revelarse incesto." Aquí se refiere al incesto entre un padre e hija:

  • "La reprobación del ofensor casi invariablemente genera un pronunciado enojo en la madre e hijos. Dicha cólera se funda en la lealtad familiar y se alimenta de la percepción de que el mismo ofensor está siendo victimizado por instituciones indiferentes e insensibles. Las víctimas de incesto tienden a tener una sensibilidad altamente desarrollada hacia los sentimientos de otros; una sensación del maltrato de sus padres las moviliza a asumir una posición muy protectora."
  • Perls et al. mencionan la fusión y la satisfacción que proviene de unirse a una autoridad opresora:

  • "... el self consigue ahora una enorme satisfacción positiva de su identificación con la autoridad fuerte. El self ha sido derrotado en su conjunto, pues no se le ha permitido madurar su conflicto y transformarse en algo nuevo y positivo; pero el self que se identifica puede decir ahora ‘soy el vencedor’. Esta poderosa satisfacción es la arrogancia. ¿Cuáles son los elementos?

    "Primero, sumado al alivio de la cesación de sufrir el conflicto, se encuentra el alivio expansivo al zafar de las presiones de amenaza de derrota, de vergüenza, de humillación; al asumir otro rol, la arrogancia es efusiva, temeraria, segura. Segundo, existe la ruborosa satisfacción del placer malicioso, una especie de vanidad, en términos freudianos el super-yo le está sonriendo al yo. Tercero, el self orgulloso se atribuye a sí mismo las imaginadas virtudes de las autoridades, la fuerza, los derechos, la sabiduría, la ausencia de culpa. El último y más importante elemento, y que no se trata de ninguna manera de una ilusión, es que el self arrogante ahora puede esgrimir su agresión y probar constantemente que es un conquistador, pues la víctima está siempre disponible para la dominación ... Desafortunadamente la principal víctima de la agresión es justamente uno mismo, siempre disponible para ser golpeado, aplastado, mordido y demás."

  • El segundo esquema que incorpora estas fases agregadas : de la ira vivenciada y los dos grados de identificación con el agresor se muestra a continuación:

    Esquema 2

    Espontaneidad natural -> Profunda ansiedad vivenciada -> Ira vivenciada -> Culpa que confunde y odio a sí mismo (identificación con el agresor, primer grado) -> Fusión de los deseos propios con los del agresor (identificación con el agresor, segundo grado).............................................

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