Foro de la MUJER

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Almuerzo de Julio       EDUCACION

ES LA EDUCACIÖN UN PROYECTO POLÏTICO?           EDUCACION Y CULTURA

Marcela Miguens presenta  a las dos disertantes :Doctoras Ana Maria Donini y Maria Antonia Villanueva

 

En el  primer plano   Andrea Bielsa y Magdalena Tedin Uriburu quienes compartieron con las participantes del Foro una experiencia educativa y comunitaria realizada recientemente en la Comunidad "La Estrella" en el Alto Pilcomayo con la Fundación  REDES SOLIDARIAS.

Sofia Bocca Avellaneda y Janick Oliveira Cezar

Algunas paticipantes del almuerzo de Julio llegando al Foro:  Irene Stoker, Sofia Bocca , Cristina Dardalla, Maria Gabriela Rebok, Raquel Fischer, Ernestina Gamas, Ana Maria Donini., Liliana y Cristina De Giovani, Florencia Torcillo y Ofelia Salgueiro.

Empezó el almuerzo del Foro ,como siempre , dando el micrófono para  anuncios de interes del Foro de la Mujer.

Habló Miriam Guiter presidenta del "Coloquio de la Gestalt en Buenos Aires" anunciando para Agosto la venida de Philip Lichtemberg que dará workshops y seminarios .Más informaciones: guiter@overnet.com.ar

Luego Mercedes Bocca agradeció en nombre de Redes Solidarias las donaciones del Foro en útiles escolares y remedios y especialmente la visita a la Comunidad "la Estrlla" de Andrea Bielsa y Magdalena Tedin Uriburu .

Marcela Miguens  abrió la reunión diciendo:

Después de tocar el Tema de la Justicia no podía faltar este año en este Foro de la Mujer el tema de la Educación

Encontré un informe presentado ante la Unesco hecho por la Comision Internacional de Educación para el siglo 21" presidida por Jaques Delors ,donde se define la Educación de la siguiente manera

EDUCACION ES :    Aprender a aprender Aprender a conocer

Aprender a hacer y   Aprender a SER

, El aprender a ser , que es el aprender a realizarse como persona, implica para mi como para muchas de ustedes  que comulgan con las ideas de este Foro, la práctica de la Solidaridad, el trabajar en equipo, el poder hacer cosas juntos.

Si eso no se aprende desde la escuela además de en la familia por supuesto , es muy dificil que un chico, mas adelante en la vida , pueda llevar a cabo tareas que impliquen trabajar bien con otros .Tanto a nivel empresarial, como a nivel governamental

 

Cuantos buenos proyectos en Instituciones se van a pique por el egoismo ,las paranoias, la lucha de todos contra todos y el sálvese quien pueda.

El aprender a realizarse como ser humano, implica desarrollar factores que hacen que una persona esté mejor preparada para afrontar las circunstancias adversas de la vida.

Fundamental para vivir en en una época como la nuestra , donde no hay garantías de nada , y muchas veces quedamos a la intemperie.

Aprender a SER, entonces ,implica desde la escuela poder desarrollar los factores que protejen y nos hacen mas preparados para enfrentar dificultades

Y CUALES SON ESOS FACTORES PROTECTORES?

ELLOS son:

1) La autoestima del niño 2)El compromiso ético y moral con lo que se propone 3) La iniciativa personal

4) La creatividad 5)La capacidad de relacionarse positivamente con otros

6)La capacidad de introspección y último (pero no menos importante) el sentido del humor

Pensamos que estos factores protectores  tendrían que empezar a desarrollarse seriamente como tarea     en la escuela como parte del aprendizaje.

Si esto fuera asi nosotros los terapeutas tendríamos mucho menos trabajo en nuestros consultorios...!

Por eso invitamos hoy a las Doctoras Ana Maria Donini ya Maria Antonia Villanueva que comparten esta mirada y las vamos a escuchar a ellas .  Ana va a hablar sobre" Es la Educacion un proyecto político? " Y Maria  Antonia sobre Educación y Cultura .

Pero antes vamos a pedirle a Andrea Bielsa y Magdalena Tedin que  compartan una experiencia educativa y solidaria ,con fogón y clases de arte ,que acaban de realizar  con los chicos de la Comunidad aborigen "La Estrella" en el Alto Pilcomayo...................


La disertacion de la Doctora Donini fué comentar para el Foro de la Mujer este trabajo  que aqui publicamos in extenso. Congreso de CONSUDEC 2003

¿POR QUÉ LA EDUCACIÓN ES UN COMPROMISO POLÍTICO? *

Ana María Cambours de Donini

Una prioridad relegada

La pregunta de "por qué la educación es un compromiso político" me sugirió dos líneas de pensamiento: el primero se refiere al compromiso del Estado y la Sociedad de construir una política educativa sustentable y adecuada a los cambios económicos, políticos y culturales del siglo que se inicia; la segunda línea se refiere a por qué la escuela, como espacio de formación integral de los futuros ciudadanos, tiene un compromiso político y consiguientemente, por qué los docentes desempeñan un ineludible papel de socializadores políticos.

La educación –tal como la concibieron los griegos—tiene la tarea de formar ciudadanos (en la "polis" se entraba por la puerta de la educación). La educación, base de la vida de la "polis", de la comunidad política, es la que posibilita a los ciudadanos el ser gobernantes que dan las leyes justas para el bien de todos, y ser modelos de vida para los demás. Este bien de todos, o "bien común" (no identificado con la utilidad pública o el bien general) es la dinámica creación y mantenimiento de las condiciones de la vida social que hacen posible que todos los miembros de la comunidad política logren plenamente su desarrollo humano integral. En la noción del "logos" aristotélico podemos descubrir un principio fundamental de la vida democrática que es el discurso dialogal y argumentativo entre todos los miembros de la polis para tomar decisiones en condiciones de igualdad acerca de los asuntos públicos (Miguens, 2001).

Los griegos nos iluminan así acerca del por qué la educación es un compromiso político y acerca de algunas tareas urgentes que solo desde una educación renovada podemos encarar hoy. Hoy como ayer, las competencias para la concertación, para el diálogo, para aprender a "vivir juntos" (Delors, 1996), para aceptar al otro, al diferente , sigue siendo el núcleo de lo político y estas competencias están ligadas a un proceso educativo que debe ayudarnos a evitar tanto el individualismo asocial como la cohesión grupal autoritaria, amenazas siempre presentes para erosionar la vida democrática. Sin educación las sociedades no tienen continuidad ni futuro.

Invertir en una educación de calidad para todos es invertir en un futuro mejor para todas las personas y para la misma sociedad. Por el contrario, consentir el retroceso educativo es sembrar la violencia, la desintegración social y la pérdida de competitividad en el contexto global.

La dimensión política de la educación como factor de equidad, cohesión y desarrollo en la sociedad del conocimiento no ha sido reconocida efectivamente en la escala de prioridades de las agendas de gobierno. En la introducción al ya citado informe de 1996 a la UNESCO sobre la Educación en el siglo XXI, Jacques Delors destacaba este imperdonable olvido: "Frente a los numerosos desafíos del porvenir, la educación constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social. Al concluir sus labores, la Comisión desea por tanto afirmar su convicción respecto a la función esencial de la educación en el desarrollo continuo de la persona y las sociedades, no como un remedio milagroso…, sino como una vía, ciertamente entre otras pero más que otras, al servicio de un desarrollo humano más armonioso, más genuino, para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones, las guerras, etc. La Comisión desea compartir con el gran público esta convicción mediante sus análisis, sus reflexiones y sus propuestas, en un momento en que las políticas de educación son objeto de vivas críticas o son relegadas, por razones económicas y financieras, a la última categoría de prioridades"

La educación como "Política de Estado"

En el contexto de la crisis del país, la política educativa planteada como "política de Estado" (es decir, como una política pública que vaya más allá de un gobierno, se apoye en un consenso amplio y sea asumida por el conjunto del sistema político y de la sociedad), aparece como un compromiso impostergable.

A fines del siglo XIX, la constitución de los estados modernos confiaron a la educación la formación del ciudadano como miembro activo de la sociedad. La llamada "generación del ochenta" en Argentina tuvo un proyecto de país y pensó una educación en coherencia con los ideales y posibilidades de la época. Los conocimientos básicos (alfabetización y cálculo) eran requisitos para poder participar, discernir y elegir racionalmente a los gobernantes.

La relación entre escolarización y democracia política y social, si bien puede ser objeto de debate académico, constituye aún una fuerte convicción colectiva. Se plantea así una sentida necesidad de generar hoy un renovado pacto entre el Estado y la Sociedad, para convertir a la educación en una estrategia clave e integral, tanto para brindar (en la escuela oficial o privada como espacio público) las competencias que puedan elevar niveles de productividad en el contexto mundial como para educar en la construcción de sociedades políticas más democráticas y más equitativas.

En el contexto de la crisis del país, la acción oficial en el campo educativo no puede replegarse, pero no alcanza; se necesita un pacto, un compromiso de una "política de Estado" en el marco de un "proyecto de país" que, a diferencia del de fines del siglo XIX, es más plural, más complejo, más incierto, con múltiples actores y con escenarios cambiantes y a veces contradictorios, y con articulaciones locales, nacionales y multilaterales inéditas. Proyecto dinámico que se sustente en un "ethos" compartido, contenedor de diversidad, que supere la fragmentación y el aislamiento y pueda responder desde su identidad y desde sus potencialidades, a la necesaria integración regional y global.

La historia argentina nos ha demostrado que cuando la propuesta educativa formó parte constitutiva del proyecto de país, se lograron aunar las voluntades sociales necesarias para llevarla adelante. Necesitamos una visión y una voluntad política comparables a las de aquellos momentos. Se trata de asumir como sociedad la convicción de que a través de la política educativa, se define el perfil de la Argentina del siglo XXI.

En la sociedad del conocimiento, la política educativa se convierte en un área de intervención estratégica y central para el desarrollo productivo y la inserción de la Argentina en el nuevo contexto global, y debe ser una preocupación no sólo de las familias y de los educadores, sino de todos los sectores.

Hace exactamente un año, la Mesa sectorial de Educación del Diálogo Argentino, planteaba cuatro ejes en los que era urgente trabajar en el campo educativo:

  1. La equidad, para asegurar la inclusión, permanencia y egreso de los estudiantes de todas las edades;
  2. La calidad, para mejorar la educación que se imparte en todos los niveles;
  3. La educabilidad, para garantizar las condiciones de acceso y permanencia en el sistema educativo para todos, al igual que la escuela siga generando condiciones de integración social ante las demandas de la crisis;
  4. La gobernabilidad participativa y democrática del sistema educativo, atendiendo a los problemas del financiamiento, a los derechos y obligaciones de los docentes y las comunidades educativas y a crecientes grados de autonomía de los actores del proceso educativo.

En momentos de crisis, las políticas educativas deben atender a los ejes mencionados pero también deben buscar caminos creativos para movilizar y potenciar en las escuelas el capital social presente en nuestra cultura –los valores compartidos, la capacidad de concertación y diálogo, la solidaridad, la orientación al trabajo voluntario, el clima de confianza mutua, el asociacionismo—recrear en las escuelas, comunidades que ejerzan un protagonismo activo y desarrollen factores de "resiliencia" para salir fortalecidos de las adversidades.

Como decíamos, la educación no es solo un derecho humano y una política de Estado insoslayable; es también un área de intervención estratégica para fortalecer el capital social, construir competencias para el trabajo productivo y para el ejercicio pleno de la ciudadanía.

Escuela y compromiso político

La segunda línea de reflexión, desde la que podemos intentar alguna respuesta a la pregunta planteada, se refiere a la escuela, como espacio privilegiado de formación democrática y al educador en su papel de transmisor crítico de la cultura, con una ineludible responsabilidad de socializador político. En otras palabras, la escuela como responsable de educar en el compromiso político.

Ante el debilitamiento de las instituciones socializadoras de la persona --sobre todo la familia—y el arrasante impacto de los medios de comunicación social, la escuela –una escuela diferente—se convierte en una instancia primordial para el desarrollo integral de la persona, no sólo en lo cognitivo sino en lo afectivo, lo actitudinal, lo valorativo. Un lugar donde las nuevas generaciones se formen para la vida productiva y la vida política, a través de un clima y una estructura institucional flexible y abierta a la familia y a la comunidad y a través de una pedagogía renovada que apunte a la comprensión profunda de las complejas realidades de un mundo en cambio.

El hombre –según Aristóteles—es un "animal político" y esa tendencia innata y esencial a la vida de relación requiere desarrollarse a través de competencias para la convivencia democrática. Citando a Juan Carlos Tedesco podemos afirmar que "el cambio más importante que abren las nuevas demandas a la educación es que ella deberá incorporar en forma sistemática la tarea de formación de la personalidad.

El desempeño productivo y el desempeño ciudadano requieren el desarrollo de una serie de capacidades (pensamiento sistémico, solidaridad, creatividad, capacidad de resolver problemas, trabajo en equipo, etc.) que no se forman ni espontáneamente ni a través de la mera adquisición de informaciones o conocimientos. La escuela debe formar no solo el núcleo básico del desarrollo cognitivo, sino también el núcleo básico de la personalidad… Esto implica asumir características de una institución total".

En una Argentina con 20 millones de personas por debajo de la línea de pobreza, de los cuales la mitad son niños; y con casi 10 millones de indigentes, la escuela --en el difícil año transcurrido—se constituyó en un lugar creíble, de contención afectiva, de supervivencia y de resistencia a la violencia y al caos. Este es el momento de reflexionar sobre la dimensión pedagógica de esta experiencia inédita: cómo transformar la crisis en oportunidad, cómo dar herramientas a nuestros niños y jóvenes, desde el conocimiento y desde los valores, para ser sujetos participativos, autónomos, productivos y responsables, capaces de soñar y construir juntos una sociedad más justa, más tolerante, más solidaria, más humana.

La formación política desde la escuela, de manera profesional y sistemática, es una deuda pendiente de los procesos educativos; y este vacío tal vez ha contribuido a formar –muchas veces en colegios cristianos—una dirigencia con un alto grado de incoherencia o esquizofrenia entre la moral privada y la ética pública, entre los valores que se declaman y una conducta complaciente y acrítica ante modelos y estructuras económicas y sociales de exclusión, concentración de riqueza y profunda injusticia.

Tampoco parece haber brindado herramientas teóricas y operativas para poder llevar adelante con eficacia una educación para la ciudadanía en el contexto de la globalización: saber, por ejemplo, cómo construir un concepto positivo de la paz, un enfoque creativo del conflicto, una conciencia ecológica, un compromiso activo por los derechos humanos…

Formación ética y ciudadana

Las reformas educativas de la década del noventa incorporaron núcleos temáticos y enfoques metodológicos en el área de la formación ética y ciudadana tendientes a superar la enseñanza tradicional de la instrucción cívica. Estos temas tuvieron en la enseñanza tradicional un fuerte acento normativo, centrado en la historia pasada. Nunca se llegaban a plantear los problemas del presente. Su enseñanza era, en la mayoría de los casos, la transmisión acrítica y el aprendizaje de leyes y hechos, desde una actitud pasiva y memorista.

Los tres ejes de una formación para la ciudadanía hoy pasan por la ética, la teoría política y el derecho, pero procurando desarrollar el pensamiento crítico y el sentido comunitario. Se debería buscar el cuestionamiento de la realidad actual, no desde principios abstractos sino desde la complejidad de una ética social y política aplicada, desde las preguntas sobre la distribución del poder en democracias que no son sistemas estáticos, sino dinámicos, condicionados e históricamente situados. Se debería profundizar en los valores que subyacen a las normas; comprender su sentido, y preocuparse por su perfectibilidad y aplicación a situaciones concretas. La Constitución Nacional y toda la normativa internacional y nacional respecto a los derechos humanos deberían ser objeto de estudio y reflexión permanente en sus fundamentos y en su aplicación. Por otra parte, no se trata solo de una asignatura de estudio; la formación política debe despertar y promover actitudes comprometidas que tiendan a la "praxis", a la transformación de la realidad.

Se ha señalado que esta formación para el ejercicio pleno de la ciudadanía tiene en la escuela, un carácter transversal en un triple sentido:

  1. no pertenece a una sola asignatura (las competencias comunicacionales, de resolución de conflictos y de argumentación y discernimiento ético deben estar presentes en todo el curriculum);
  1. la transversalidad institucional (los proyectos institucionales y las estructuras organizacionales deben promover la autonomía y amplias posibilidades para la participación y el servicio comunitario);
  2. la transversalidad social (esta formación se adquiere no solo en la escuela, --como otros contenidos académicos—sino también en la familia, en las iglesias, a través de los medios de comunicación social).

Esta transversalidad plantea un desafío nuevo a la formación de docentes y directivos referido a la coherencia entre el decir y el hacer, entre los principios que se declaran y la práctica cotidiana. Esta "develación" de lo que se ha llamado "el curriculum oculto" requiere de algo más que buena voluntad: exige una capacitación continua.

Para recrear el compromiso político en nuestros estudiantes; debemos desarrollar en la escuela proyectos y experiencias democráticas y pluralistas; romper el aislamiento y trabajar con los otros agentes socializadores –la familia, las iglesias, las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales—que trabajan con niños y jóvenes, para ir construyendo redes de contención, intercambios y valores de convivencia democrática.

 El desafío de la profesionalización docente

Quisiera plantear, finalmente, la cuestión central de la profesionalización docente si la escuela tiene el compromiso político de formar ciudadanos. Esta se convierte en un imperativo ético si se quiere brindar a los jóvenes una formación social y política adecuada. No existe cambio educativo que no pase por el docente. El docente necesita comprender el rumbo y el sentido de los cambios culturales, sociales, económicos y políticos (crisis de valores, posmodernidad, neoliberalismo, globalización, multiculturalismo, proceso de inclusión-exclusión, crisis de representatividad, nuevas formas de participación social y política), manejar herramientas de análisis e intervención para el diálogo, la mediación, la negociación, la conducción grupal, la evaluación y el seguimiento, el estudio de casos, la resolución de conflictos, la gestión de proyectos. Se ha avanzado mucho en los últimos años en la formación inicial y capacitación de los docentes, pero para asumir el desafío de la socialización política con idoneidad, profesionalismo y compromiso queda mucho por hacer, desde necesarias reformas curriculares e institucionales en los Institutos de Formación Docente, hasta una impostergable y justa jerarquización de la carrera profesional docente y sus condiciones laborales como prioridad de una política educativa de Estado. Y en esto también debemos ser coherentes como sociedad.

En unaa época de desprestigio de la dirigencia política y sus prácticas, y de indiferencia y rechazo de los jóvenes hacia los partidos políticos (casi un 80% de los jóvenes consultados en una encuesta del Deutsch Bank, en el año 2000, excluyen tajantemente la idea de afiliarse a un partido político), desde la educación formal y no formal, creemos que es urgente recuperar el entusiasmo y la responsabilidad por la participación en la construcción de la "polis", promover formas nuevas de "hacer política", de comprometerse con el bien común. El país necesita una dirigencia política renovada y esa dirigencia se va a formar en nuestras instituciones educativas. La sociedad del futuro requerirá personas que sean capaces de aprender a aprender, de transferir lo aprendido a contextos nuevos, que puedan ser actores en los flujos de información y en la interacción mediática, que desarrollen el juicio crítico, que sean autónomas y dialogantes, dispuestas a comprometerse en una relación personal y en una participación social basada en valores de libertad, justicia, paz, tolerancia y solidaridad. La Argentina y la sociedad del siglo XXI se enfrenta a problemas ante los que las soluciones de carácter económico, técnico o científico no son suficientes ni adecuadas, se necesita una reorientación ética y política para revertir los crecientes niveles de corrupción, injusticia y deshumanización que nos invaden. Por otra parte, no debemos permitir que los diagnósticos pesimistas y la crítica negativa prevalezcan sobre una crítica positiva y propositiva, que nos permita descubrir el potencial humanizante de muchos cambios: el avance científico y tecnológico, los nuevos movimientos sociales, la preocupación de la sociedad civil por la cosa pública, el crecimiento del "Tercer Sector", y la cultura de la solidaridad.

Para asumir estas tareas con responsabilidad necesitamos una escuela diferente, y docentes preocupados y acompañados en un proceso de formación y actualización permanentes.

En conclusión

Desde la escuela, la familia y la Iglesia es indispensable crear ámbitos de reflexión y acción que promuevan:

Estas son tareas urgentes que ayudarán a atraer a los jóvenes a la formación y a la acción política. Pero como decía el "Documento Base de la Mesa Sectorial de Educación" del Diálogo Argentino: "sin la escuela no se puede, pero la escuela sola no puede". Necesitamos un pacto social y una voluntad política que reconozca efectivamente el papel central de la educación en el proyecto de país que queremos construir. Los educadores seremos interlocutores, protagonistas y actores insustituibles en la construcción de ese proceso de concertación si nos convencemos que la educación, y en particular la docencia, son un compromiso político, en el más alto sentido de la palabra y asumimos la responsabilidad que esto implica.

Referencias

Delors, J. et al. (1996) La Educación Encierra un Tesoro, Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, Santillana-UNESCO, Madrid.

Miguens, J.E. (2001), Desafío a la Política Neoliberal: Comunitarismo y Democracia en Aristóteles, El Ateneo, Buenos Aires.

Tedesco, J.C. (1995), El Nuevo Pacto Educativo: Educación, Competitividad y Ciudadanía en la Sociedad Moderna, Anaya, Madrid.


Espacio para la disretación de M Antonia Villanueva    " Educación y Cultura"