Foro de la MUJER

  forodelamujer@interserver.com.ar


ACCION SOCIAL

Un matrimonio con 30 años de trabajo social en Villas de emergencia desde lo Social Cristiano

Maria Tereza Sola presentó a los disertantes Alba y Mario de Almeida

Eleonora Nazar Anchorena abrió el Foro invitando a todas  una vez mas a trabajar en diversas mesas juntando firmas para eliminar LA LISTA SABANA!!!!!

Los doctores Alba y Mario de Almeida fueron los brillantes disertantes que conmovieron el Foro con las experiencias de tantos años de trabajo Social. 

Alba de Almeida

Antes de hablar de mi experiencia en villas quisiera conpartir con ustedes y contarles el lugar desde el cual hacemos este trabajo. Nosotros partimos de una determinada concepción del hombre. Lo más difícil de definir al hombre no es a través de la sumatoria de características sino por el compromiso que se asume. Si defino al hombre me defino a mí misma y una vez que me definí a mí misma tengo que ser coherente entre lo que dije de mí y lo que hago de mi vida. Por eso la tarea es difícil pero trataré de arrimar algunas características para definir cómo nos acercamos a nosotros y a nuestros semejantes.. Partimos de la convicción de que el hombre es único e inefable. Esto nos presentaría como seres aislados en nosotros mismos, separados de nuestros semejantes, y que buscamos nuestra perfección. Es cierto que cada uno lleva algo irrepetible, algo que no se puede comunicar y que en cierta manera nos distancia de los otros porque es el área que tenemos reservada a nuetra posibilidad de trascendencia. Pero por otro lado sabemos y sentimos que cada ser humano necesita del otro y esa necesidad no es sólo material sino que abarca el punto de vista biológico, afectivo y psicológico. Nosotros necesitamos del otro para ser nosotros mismos y para ser mejores personas. Si pensamos en un concepto general del hombre veremos que todos estamos cortados por la misma vara, que todos respondemos a esa misma definición. Entonces, ¿dónde está esa característica única e inefable de cada uno? Está precisamente en esa relación con el otro en la que yo puedo encontrarme distinto, en la que yo puedo reclamar mi dignidad y reconocer la dignidad que tiene el otro. Y es en ese recnocimiento mutuo donde yo me hago pleno.

Al otro lo necesito para ser yo. Vinculándome con el otro puedo establecer diferencias y semejanzas y de esa manera ir descubriendo quién soy yo. Nosotros sostenemos que el otro nos constituye y que ser hombre no es ser yo y los otros sino ser nosotros. Desde este punto de vista nos encontramos en la disyuntiva de encontrar junto con el otro el sentido de nuestra vida. Y si estamos convencidos de que no soy yo sino yo con el otro, mi definición del hombre es que el hombre es un yo solidario. Yo no puedo trabajar para mí misma en forma exclusiva y excluyente. Debo trabajar junto con los demás. Desde este lugar es que nos acercamos a los otros y dentro de los otros nos acercamos a los más pobres porque descubrimos que ellos son los que tienen más metido dentro de sí mismos este yo solidario. El pobre naturalmente es solidario, no se encierra sino que se abre a los demás. Hemos recorrido el país y varias comunidades de extrema pobreza y en todas ellas vimos que en la pobreza, en la miseria, en la adversidad, las personas se brindan a los demás. Hemos palpado que junto al pobre podemos vivir este concepto del yo solidario y junto a él crecemos.

Cuando uno define al hombre se compromete. Nosotros quismos compremeternos desde que empezamos nuestra vida en común con Mario, hace más de 33 años. El día que nos casamos hicimos un compromiso en la ceremonia. Este compromiso lo leímos en la iglesia y decía así:

"Nosotros Alba y Mario, nos comprometemos ante Dios y ante todos nuestros hermanos en Cristo, a consagrar nuestras vidas a la construcción de un mundo auténticamente cristiano. Nos comprometemos a compartir el sufrimiento de esta América Latina donde hay hombres y mujeres que sufren hambre y no tienen qué comer; padecen frío y no tienen con qué vestirse; es la noche y no tienen techo donde cobijarse. Nos comprometemos a trabajar por el cambio de esta América Latina donde a la mayoría les falta lo imprescindible y unos pocos se reservan el uso exclusivo de lo que supera su propia necesidad. Poniendo a todos los presentes por testigos, rogamos a Dios que no nos deje caer en la tentación de vivir una vida individualista y bendiga nuestros esfuerzos por un mundo más humano y más de Dios".

A los 25 años de casados renovamos los votos e incluimos nuestros hijos. Es decir, hemos tratado durante estos años, de trabajar con la misma dedicación y sentido. Ahora, después de tantos años de trabajar en los barrios, especialmente en uno de Monte Chingolo que dejó de ser villa y ahora es un barrio de viviendas diseñadas por sus propios habitantes y en muchos casos construidas por ellos, si yo tuviera que sacar una conclusión, ésta sería que hemos podido crecer mucho con este trabajo y este crecimiento nos ha ayudado en nuestra profesión de abogados y en nuestro trabajo de mediación. Hemos descubierto en este contacto con el que sufre cuáles son las mejores maneras para convivir. Ahora estamos más ligados a este trabajo de convivencia pacífica e iluminados por el trabajo solidario.

 

Mario de Almeida

Con Alba estamos totalmente consustanciados, tenemos el mismo concepto de lo que es la concepción humana, la dignidad humana. Nosotros desde el inicio tuvimos un proyecto común que hemos tratado de llevar a cabo y también un proyecto individual. Pero ese proyecto individual contribuye a ese proyecto común. Nuestro proyecto era trabajar con los más pobres. Siguiendo el relato de Alba, les voy a contar cómo nos volcamos a esto.

En el año ’67 se nos ocurrió hacer un campamento de trabajo en Neuquén para convivir 20 días en una villa miseria. Nos recibió el obispo De Nevares -nosotros íbamos con un sacerdote jesuita llamado Padre Llorens- y esa tarde nos trasladoron a la Villa Cipoletti. Cuando llegué a la villa no sabía si iba a poder soportar 20 días viviendo allí. Fue un choque muy fuerte, sobre todo porque dos días antes habíamos estado despidiendo el año en una baile de gala. Todavía sentíamos ese murmullo y de golpe nos encotramos con esa realidad tan dura. Eso nos marcó mucho. Estuvimos 20 días, Alba con las chicas en un rancho de barro y los varones estábamos en una casita de cemento. Tratamos de hacer la vida del villero. Algunos trabajábamos haciendo adobe con los pies. A la noche las chicas se quedaban en la casa y los varones nos tomábamos un vinito en el almacén. En ese año se publicó la Popularum Progressio de Pablo VI y yo rescaté un párrafo de San Ambrosio que dice: "No es parte de tus bienes lo que tú des al pobre. Lo que das le pertenece. Porque lo que ha sido dado para uso de todos, tú te lo apropias. La tierra ha sido dada para todo el mundo y no sólo para los ricos". Después continúa el Papa: "La propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional absoluto". Reconoce la propiedad privada pero la pone en función social.

Comprendimos entonces que hay un destino universal de los bienes y que han sido puestos en la tierra para que todos los seres humanos se puedan realizar como personas. El hombre es en definitiva un autoproyecto de realización responsable.

Así empezó nuestra vida de contacto con los más pobres. Realizamos tareas de tipo asistencial en distintas villas. Trabajamos mucho tiempo hasta que nos dimos cuenta que había que hacer algo más, que debíamos pasar de la caridad asistencial a la caridad promocional. Fue cuando empezamos a trabajar en las cooperativas. Allá por el año ’78 llegaron a mi estudio tres villeros pidiendo ayuda porque les habían dicho que los iban a desalojar. Cuando fui al tribunal ya estaba la sentencia y el desalojo era inminente. Volví desepcionado y vencido y Alba, con su empuje, hizo que trabajáramos intensamente y a los tres días logramos la suspensión del desalojo. Decidimos entonces juntar plata para comprar las 22 hectáreas. La tierra era de los Fiorito y del Banco de Quilmes. Pero debo decir que consintieron en esperarnos. Tres años aguantaron y después de tres años, los villeros compraron su tierra a precio de mercado. Hoy cuando voy, eso dejó de ser una villa. Ya es un barrio obrero con calles pavimentadas, luz, agua. Fueron 20 años de trabajo intenso de hombres, de personas. Hubo que superar obstáculos e intereses ajenos pero se hizo.

Luego de esta etapa promocional decidí que debía llegar a la expresión más alta de la caridad y a la vejez, cuando muchos piensan en jubilarse, yo me metí en política. De joven había militado en la Democracia Cristiana pero ahora volví. Sabía que iba a perder dinero y tiempo pero perdí algo más grave. Antes cuando hablaba, hablaba el profesor universitario, ahora habla el político. Ya perdí autoridad pero asumí el compromiso.

Ahora en política hay que trabajar en salud, educación y trabajo. Hablo de que todos tengan comida, techo, una formación integral y ética antes de la educación formal.

Para terminar quiero decirles que es este un momento extraordinario porque los argentinos han olvidado el "no te metás" y se están metiendo. Eso va a hacer que salga adelante nuestro país.


DESGRABACION Y FOTOS     ATENCION de MARIA MIGUENS